La verdad nunca se apaga

La columna vertebral de todo medio de comunicación la constituyen sus editoriales, es decir los principios y opiniones que sustentan y defienden sus editores. En el caso de “Oiga”, la sección editorial tuvo siempre una expresión clara y rotunda, no solo enjuiciando sino dando alternativas. La búsqueda de los ¿por qué? Siempre preocuparon a Igartua y sus colaboradores, sin dejar de lado –por supuesto- el ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿cuándo? que configuran al buen periodismo. Las palabras, como las promesas, suelen ser efímeras en boca de algunas personas; los editoriales de Oiga, en cambio, permanecen aún incólumes, vigentes, con la plenitud de su carga testimonial para incomodidad de muchos protagonistas de la escena política, porque si bien Igartua ya ha muerto su palabra aún vive.

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

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GOLPE! LA TRAGEDIA PERUANA TIENE SUS CULPABLES. OCURRIO LO QUE TENIA QUE SUCEDER

sábado, 14 de febrero de 2009

FRANCISCO IGARTUA - EDITORIAL – “AMENAZA QUE RECHAZAMOS” – Revista Oiga 05/07/68

POR intermedio de su abogado, el actual ministro de Hacienda y presidente del directorio de la empresa Editora de los diarios "Extra" y "Expreso" me ha hecho llegar una carta notarial que aparece en la carátula de esta edición y que ustedes, lectores de OIGA, calificarán con mayor acierto que yo. Es una clara amenaza a un órgano de prensa, a esta revista, que no me amedrenta ni me hará callar. Todo lo contrario. Me alienta a cumplir con el deber de informar y opinar, de expresar mis ideas, de orientar a mis lectores, de dialogar con el país, de que se escuche una voz discordante en el pacato ambiente de conformismo que nos rodea. No me correré, pues, y grande sería la satisfacción de conciencia y la honra que sentiría si, por abuso de la ley, tuviera que volver a padecer cárcel o destierro por razón de mis ideas. Lo tomaría como un premio y me halagaría entrar a la prisión mientras van saliendo de ella los pocos contrabandistas a los que les ha rozado castigo en el más reciente escándalo nacional.

Debo confesar, sin embargo, que me apena la carta del ministro y que más me apena su contexto, que lo tiene, porque no llegó sola.

El sábado pasado comenzó esta historia. A las ocho y media de la mañana recibí la llamada telefónica de Manuel Ulloa para comunicarme que acababa de romper su vieja amistad con Paco Moncloa. Se sentía dolido por la opinión que su plan ministerial le había merecido a nuestro colaborador. Me añadió que la llamada era para informarme que se veía obligado a iniciarle a Moncloa un juicio por difamación, a nivel de gabinete, y que sabía que yo acababa de llegar de un largo viaje y que, por lo tanto, no tenía participación ni responsabilidad en el artículo firmado por Moncloa. Le agradecí la molestia que se había dado al llamarme y amablemente le advertí que en el debate que me anunciaba entre él y Moncloa tomaría yo parte a favor de mi colaborador.
Esto fue el sábado pasado, a las ocho y media de la mañana. Y ni ese día, ni el domingo, ni el lunes; ni en el curso de la mañana y la tarde del martes me preocupé por el ministro y al parecer tampoco el ministro por mi. Sin embargo, avanzada la noche del martes, llegó la carta notarial que ustedes han leído en la portada. El juicio era contra mí y con cargo a Francisco Moncloa. Y no lo inicia sino anuncia que lo iniciará cuando regrese.

A ustedes les será más fácil calificar la carta y su contexto. Yo me limito a asumir la responsabilidad plena del artículo firmado por Francisco Moncloa en la edición pasada de OIGA. Las discrepancias que podría haber tenido con el tono de esa nota, las he olvidado.

¡Dicen que para los periodistas es un honor acumular juicios! ¡Bienvenido el del ministro Ulloa!